Arte y espíritu

El Espíritu de los Muertos es una obra hecha por Paul Gauguin en el año 1892 que intenta representar una experiencia propia del pintor, intenta representar la percepción que extrae él de sus experiencias vividas en Tahití , la impresión que él tiene con respecto al miedo que tienen principalmente las mujeres al tan nombrado “espíritu de los muertos”.
La pintura que esta compuesta principalmente por una mujer en una especie de cama, que se enmarca en una pieza, en donde existe una persona en negro, en la que contrastan sólo sus ojos realza el temor por parte de la mujer con respecto al espíritu que representa a la persona de negro. Esta obra trabaja con muchos contrastes, ahí el efecto de la mujer de café encima de unas sábanas amarillas, o simplemente el negro del supuesto “espíritu” que contrasta o realza el brillo de sus ojos.
Por algunos tiempos a esta pintura se le llegó a considerar parte del período postimpresionista por las características que tenía.
Por mi parte puedo decir que para mí es una pintura con mucha significación, y que representa el miedo que muchas veces tenemos por distintas causas, además me gusta el trabajo en colores que tiene y la forma con la que están dibujados la mujer y el espíritu.

V_Hernández-2B.

felicitaciones por su aporte a la cultura

Gauguinhttp://artroots.com/art2/gauguin.jpg inicia composiciones en las que las creencias ancestrales de los nativos toman protagonismo, como es el caso de la pintura que se presenta en el primer post, “Manao tupapau” (“El espíritu de los muertos te vigila” (Buffalo, Albright-Knox Art Gallery), considerado por el propio pintor como una de sus obras maestras del primer periodo tahitiano, que Gauguin explicaba así: “ Este pueblo tiene por tradición un miedo muy grande al espíritu de los muertos (…) Hago el aparecido simplemente una mujercita porque la muchacha (…) no puede ver sino ligado al espíritu del muerto el muerto mismo, esto es, una persona como ella misma”

Con esta pintura, Gauguin abandonaría progresivamente la temática cristiana para introducirse de lleno en las tradiciones nativas. Y, aunque es cierto que recuperaría la primera en algunas pinturas como “ Te Tamari No Atua” (“El nacimiento de Cristo”)

En el “Nacimiento de Cristo” de Paul Gauguin percibimos el primitivismo, el vigor, la cotidianeidad, cruda y, en ocasiones, brutal, que caracterizaron toda su obra. La tela es una original conjunción de elementos devotos y profanos. La iconografía navideña cristiana, matizada por la tradición religioso-mágica polinesia, comparte escena con la imagen terrenal, encarnada en esa figura de mujer yaciente, en actitud de natural abandono, humanizada y, tal vez, alejada de la condición de “elegida”.

Este torturado artista, demonizado en Europa, koke en sus “pretendidos” paraísos isleños, padeció un verdadero catálogo de enfermedades. Su correspondencia privada está salpicada de referencias a sus penurias sociales y a su precaria salud. Sufrió varias enfermedades tropicales (amebiasis, malaria…) y una sífilis, que llenó de amargura sus últimos años.

(Munich, Neue Pinakothek) o “ Maternité” (dos versiones, una en el Ermitage y otra recientemente vendida en Sotheby's por un precio astronómico), es también cierto que estas influencias ancestrales tomarían una posición predominante no sólo en su obra artística, sino también en su propia forma de ser. Así, el presunto “colonizador” cristiano llegaría con el tiempo a ser un furibundo detractor de la Iglesia , mientras que en su interior, Gauguin va abriendo paso a las primitivas creencias nativas de unión entre el hombre y la naturaleza

( “El caballo blanco” , Museo del Orsay, o el magistral Matamua –“en tiempos de antaño”- de la colección Thyssen, un cuadro que describe un valle ensoñado en el centro de la isla, donde sus habitantes “ quieren vivir como antaño) y los espíritus y dioses locales, de los que realizaría numerosas tallas en años posteriores.

fuente: http://www.theartwolf.com